HOUSING FOR THE ELDERLY IN ALDEAMAYOR DE SAN MARTÍN (VALLADOLID); PREMIO 2017 EN DISEÑO ARQUITECTÓNICO DE LA SALUD- The American Architecture Prize
Publicada el 07.10.2017
Prize Winner in Architectural Design / Healthcare Architecture
GANADOR EN DISEÑO ARQUITECTÓNICO - ARQUITECTURA DE LA SALUD - AÑO 2017
Firm Location: Valladolid, Spain // Company: Oscar Miguel Ares
Lead Designer:Óscar Miguel Ares Álvarez // Design Team: Javier Palomero Alonso Barbara Arranz González Jesús J. Ruiz Alonso Dorota Tokarska
The housing for the elderly in Adeamayor de San Martin cannot be understood without its context. Located on the border of a saline hidden wetland (Salgüeros de Aldeamayor) the aridity of the terrain and the infinite horizontality of the Spanish agricultural esplanade - dotted with small masses of pine trees - dominates the landscape, conditioning the implementation of any structure or artifact. The exterior is abstract, as the environment, formed by white concrete blocks paired in a striated way, marking an intense but subtle border with the ground. A seemingly insurmountable barrier, a shell to protect the interior that becomes kind, warm and complex. The external severe geometry contrasts with the inner complexity. The rooms are generated as small cells that clump together organically around the courtyard, creating interstitials and areas of relation, both to the courtyard itself as the interior. The perimeter corridor becomes a place rich in nuances and spaces in the manner of a small town where people can speak in front of the door of their room- houses. Geometry, spatiality, light and a careful treatment of color and textures to get a warm and cozy interior protected by an abstract and rhythmic limit to the exterior.
FUENTE: https://architectureprize.com/winners/winner.php?id=2998
La Residencia de Mayores de Aldeamayor de San Martín (Valladolid) no se puede entender sin su contexto. Ubicada en la zona limítrofe de un criptohumedal salino (Salgüeros de Aldeamayor) la aridez del terreno y la infinita horizontalidad de la explanada agrícola castellana – salpicada por pequeñas masas de pinares – domina el paisaje, condicionando la implantación de cualquier estructura o artefacto. A su vez, nuestros planteamientos estaban sujetados por ideas insistentes: conferir a nuestros mayores entornos amables, que fomentasen el contacto con la naturaleza, el sol, pero también que permitiesen la relación próxima; de esa vecindad de sillas en la puerta de casa que tanto conocemos en el medio rural castellano. No queríamos una residencia, si no la búsqueda de un hogar, por lo que los factores psicológicos tenían que ser esenciales en el planteamiento del proyecto.
A partir de las ideas las formas se sucedieron de forma natural. El interior se organizó a partir de un patio ajardinado que se ramificaba generando una sucesión de pequeños espacios y zonas arboladas. Las estancias debían volcarse en él. Las habitaciones, conforme a esa idea de protección de la individualidad y de fomentar la singularidad de cada uno de nuestros mayores, adquirieron la forma de pequeñas viviendas que a modo de aldea se organizaban en torno al jardín patio. La cubierta inclinada de las mismas favorecía la empatía con la idea de hogar.
La sucesión de habitaciones y su organización respecto a los pasillos de circulación, en consonancia con las ideas expresadas, debía ser enriquecida; no podían ser sólo espacios de circulación si no que también debían ser de estancia. Los deambulatorios se dilataron para delimitar pequeñas plazas a la salida de las habitaciones, fomentado la relación, la charla con el vecino, con el familiar o el personal de la residencia ante la puerta del hogar. En todo el edificio subyace la vieja idea de una ciudad en un edificio.
El planteamiento de la relación exterior-interior en cierta manera está dominado por el concepto de protección; a la manera de un recinto fortificado similar a los existentes en las proximidades. Fuera, el edificio se ha proyectado como un recinto cerrado, que protege de las inclemencias de los inviernos y de los duros veranos mesetarios. A partir de bloques de hormigón blanco – aparejados de manera estriada para fomentar la secuencia de claroscuros y conferir mayor profundidad a la fachada – se han erigido los cerramientos exteriores que en ocasiones se convierten en lamas verticales sin perder el ritmo que bordea perimetralmente todo el edificio. La construcción no se posa sobre el suelo con el fin de sugerir la aparente idea de levedad, pidiendo permiso al terreno para su implantación; una línea de sombra refuerza su no contacto, accediendo al edificio a través de una semipasarela a modo de puente entre el exterior y el pretendido vergel interior.
Fuente: Óscar Miguel Ares
Fotografía: Jesús J. Ruiz Alonso y Pedro Ivan Ramos Martín